El ictus, o accidente cerebrovascular, es una afección grave que se produce cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe, ya sea por un bloqueo o una hemorragia. Puede tener consecuencias importantes, pero afortunadamente existen muchas maneras de prevenirlo y, si es necesario, tratar las causas subyacentes.
Mantener la presión arterial en niveles saludables es esencial, ya que la hipertensión es una de las principales causas del ictus.
Cuidar los niveles de colesterol también es importante, ya que un nivel elevado puede obstruir las arterias, lo que aumenta el riesgo de un ictus.
Dejar de fumar es crucial, ya que fumar daña los vasos sanguíneos y aumenta considerablemente el riesgo de ictus y enfermedades cardiovasculares.
Controlar la diabetes es vital para mantener los niveles de azúcar en sangre en un rango saludable y reducir el riesgo de complicaciones vasculares.
Finalmente, realizar actividad física de forma regular mejora la salud de los vasos sanguíneos y reduce el riesgo de ictus.
Una de las causas más frecuentes del ictus es el estrechamiento de las arterias carótidas, las cuales son las encargadas de llevar sangre al cerebro. Este estrechamiento se debe a la acumulación de placa (depósitos de grasa) en las paredes de las arterias, lo que se conoce como enfermedad carotídea. Cuando esta obstrucción es severa, puede interrumpir el flujo sanguíneo al cerebro y provocar un ictus.
En el caso de que se detecte un estrechamiento significativo de las arterias carótidas, existen tratamientos especializados que pueden ayudar a prevenir un ictus;
Este es un procedimiento quirúrgico que se utiliza para eliminar la placa de las arterias carótidas y restaurar el flujo sanguíneo normal al cerebro. Se realiza a través de una pequeña incisión en el cuello, y es una opción efectiva para prevenir el ictus en personas con enfermedad carotídea avanzada. La endarterectomía carotídea es una técnica bien establecida que ha demostrado su eficacia en la prevención de futuros ictus.
Para algunos pacientes, especialmente aquellos con alto riesgo quirúrgico, el stent carotídeo es una excelente alternativa. Este procedimiento mínimamente invasivo consiste en introducir un catéter con un pequeño balón que se infla dentro de la arteria para ensancharla. Luego se coloca un stent, que es una malla metálica que mantiene la arteria abierta, permitiendo que la sangre fluya libremente hacia el cerebro. Este tratamiento es una opción menos invasiva que la cirugía y ofrece buenos resultados en la prevención del ictus.
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